miércoles, 24 de febrero de 2010

The right to the city

El carácter de los hombres se imprime en la ciudad y el carácter de ésta va definiendo el de ellos, el hombre va cambiando conforme cambia su ciudad, estos cambios se producen en grupo, ya que todos formamos nuestra ciudad, este derecho de transformarnos conforme transformamos nuestra ciudad es algo que nos es muchas veces negado.

Solo unos cuantos tienen el poder de cambiar la ciudad mientras todos los demás debemos quedarnos callados sin reprochar y si logramos hacerlo nadie hace caso, siento que el problema está en que no sentimos la ciudad como nuestra, la dejamos en manos de unos cuantos que hacen lo que se les ocurre con ella y no nos involucramos en lo que pasa a nuestro alrededor, es mas, no estamos al tanto de los cambios que se imponen, ni de las insuficiencias que sufren las colonias cercanas a la nuestra, no es posible que en gran parte de la ciudad falte agua, luz, etc. Necesidades primarias que la gente debe de tener y simplemente no hacemos caso, le echamos la culpa a alguien más y nos damos la vuela. Debemos hacer conciencia de que la ciudad es nuestra, reclamarla y claro está hacer cambios que a todos nos sirvan y nos ayuden a vivir mejor.

Aprendiendo a ser una ciudad

El concepto de caos a menudo puede crear en nosotros una idea negativa, una visión de desorden donde las cosas no funcionan bien, un mundo en donde lo establecido y lo "correcto" es precisamente el orden. Si consideramos que el paradigma bajo el cual hemos vivido es el del orden, entonces es realmente caótico pensar que el orden es un desorden armonioso.

Sobre este concepto se fundan las ciudades, el orden surge del caos, del laberinto mitológico donde lo irracional vence la batalla de lo racional, del logos Platónico, a diferencia de lo que pensamos, las ciudades no son símbolo de nuestro avance ni de nuestra capacidad de razonar ya que el surgimiento de estas viene de la parte más primitiva del ser humano, el caos que lentamente va dando cabida al orden para que sobre él sienten las bases de la ciudad, razón por la cual, actualmente no sabemos cómo controlar nuestra ciudad que va saliendo de nuestro orden impuesto y creemos que se sale de control, cuando simplemente está regresando a su estado primigenio.

Caos y ciudad en la actualidad son sinónimos, parece que el concepto de Platón de ciudad ha quedado atrás y ahora nos entregamos de nuevo a un laberinto en el que no encontramos fin, la bestia crece cada vez mas y devora todo lo que encuentra a su paso.

The Flaneur and the Badaud

El hombre ha perdido su autonomía, cada vez nos encontramos más inmersos en un mundo que nos va llevando, no somos realmente autores de nuestra vida ni de nuestras decisiones, nos dejamos llevar como una pluma por el viento, sin preguntar, sin observar, sin comprender y sin sorprendernos por nada de lo que nos rodea, culpa de esto es el mundo del espectáculo, el cual convence al hombre de su autonomía dentro de un mundo ficticio, en el cual el control se ejerce a través de los medios de comunicación que manipulan deseos y necesidades.

El espectáculo teje una invisible pero fuerte telaraña de ilusiones para esta nueva forma de esclavitud. El hombre, sin resistencia alguna, cae en ella y queda atrapado como en un profundo sueño, un mal sueño del cual no desea despertar.
Lentamente se va apoderando de un supuesto tiempo libre, lo que provoca una identificación pasiva con el espectáculo, suplantando toda actividad genuina y libre del hombre, como recorrer las ciudad libremente y poder tener una actitud critica hacia ella, simplemente nos dejamos envolver por ese mundo alterno. El ser humano se va empobreciendo por su falta de autenticidad hasta que su percepción del mundo y de él mismo se ve distorsionada, su capacidad de crítica y conocimiento desaparecen, se aísla de la realidad y se vuelve, al igual que muchos otros, sólo un ente manipulado, formando parte, como dice Guy Debord, de una muchedumbre solitaria, separada completamente.

Walkscapes

“La naturaleza de ser sedentario y nómada ha cambiado […] Las personas sedentarias se sienten como en casa allá adonde van. Con sus teléfonos móviles y sus ordenadores portátiles, están tan cómodas en un ascensor o en un avión como en un tren de alta velocidad. Esta es la persona sedentaria. La nómada, por otro lado, no se siente como en casa nunca, en ninguna parte”

Paul Virilio

Diferentes posturas se han tomado a lo largo del tiempo sobre el hombre nómada y el sedentario, muchas posturas toman al nomadismo como un modelo de vida, otros prefieren quedarse al margen y seguir con su vida sedentaria, ya que les proporciona mayor seguridad; sea cual sea la postura, estos “opuestos” han estado en una lucha constante por ser el mejor modelo de vida, actualmente se ha tomado una inclinación muy pronunciada hacia el nomadismo, tal vez porque estamos cansados de estar siempre en el mismo lugar, ya sea por trabajo, inseguridad o falta de dinero, siempre anhelamos lo que no tenemos, en tiempos pasados se buscaba ser sedentario, parar de vagar y encontrar un lugar al que se le pueda llamar propio, ¿Pero qué es el nomadismo realmente?

A mi parecer se puede tomar como una forma de vida, vagando de un lado a otro, jamás pertenecer a un lugar determinado, cosa casi imposible para el mundo en el que vivimos ahora ó tomar el nomadismo como una actitud de vida, como decía Deleuze, que el nómada, para ser lo que es, ni siquiera tenía por qué salir de casa. Uno puede formar su clan en sus lecturas, o en su identidad. La clave está en siempre encontrarse en tránsito hacia otro lugar, sea éste interior o exterior; en la diversificación rizomática de lo que uno “es”.

Espacio liso (nomadismo) y estriado (sedentarismo) conviven siempre, no son opuestos, se funden uno con el otro, siempre en flujo constante y esto no depende de donde nos encontremos, sino qué es lo que pensamos, las barreras que rompemos y los nuevos horizontes que alcanzamos.